por Pablo Garcilazo
La escalada y la chispa de alguna situación puede prenderse o apagarse en cuestión de segundos. Como una ruleta rusa, quien sabe dónde puede caer una bola. Qué puede ocurrir. Estos son tres casos donde el termómetro más que una ruleta es un subibaja pero en el colectivo.
Un Dodge verde intenta superar al colectivo, hasta lograrlo y meterse delante de prepo. El chofer lo increpa una y otra vez, algunos pasajeros le gritan ¡aplastalo, aplastalo! Otros quedan sorprendidos cuando el chofer para el colectivo y detrás de su asiento agarra un palo de escoba con un alambre para ir a enfrentarlo cara a cara.
El muchacho del Dodge no se quedó atrás, también detuvo la marcha. En el colectivo algunos pasajeros intentaron parar al colectivero, pero no fue posible. Él se acercó y el muchacho del Dodge con cierto suspenso sacó un cuchillo manchado con brea que parecía haber usado para cortar membrana. Ambos se miraron: no se dijeron qué bellos son y cada uno a seguir el viaje.
Segundo subibaja. Una señora de muchos años sube al colectivo sin la sube, perdió su tarjeta, le ruega al chofer que la lleve, porque le acaban de robar su bolso, el chofer se niega, le pide que baje. La señora le sigue explicando desconsolada. En eso sube un vendedor ambulante mientras el chofer charla con una chica mientras maneja. Un pasajero de atrás, despierta de una pequeña siesta y al escuchar esto le dice al chofer: “Déjala ir a la señora, porque ya estoy llamando a la empresa para aclararles que dejás subir a un vendedor y manejás charlando”.
El chofer enfurecido le dice: “¿y vos quién sos? “El que te paga tu trabajo” le responde. La señora pudo viajar. Un acto solidario nunca sobra. Las personas de edad avanzada merecen un buen trato.
Tercero y final. Un colectivero baja a comprar un choripán en el puerto marplatense. Son minutos. Apenas dos o tres. Un pasajero con diagnóstico psiquiátrico ensaya una posible fuga (en su interpretación de la realidad) manejando el colectivo unas quince cuadras. Algunos pasajeros reaccionan gritándole, otros apenas se van enterando cuando ven que el recorrido no es el mismo de todos los días. Logran detenerlo con la policía, el chofer desesperado llega unos minutos después con el corazón en la boca llevado por un taxi. Subir y bajar en cuestión de segundos, fruto de la vida que transitamos a diario. Nos puede encontrar en uno u otro lugar.
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Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando a Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.
(*): pinceladasmdq@gmail.com